Escrito por Daniel Camargo, piano, alumno de Berklee Latino
[LUNES 13 – enero – 2014]
Desde el inicio del programa (en la presentación de la facultad), me encontré sorprendido por la calidez y ánimo con los que me trataron los profesores incluso antes de presentarme con ellos.
Aunque el primer día no fue el más productivo, precisamente por ser el primer día, apenas entré a la primera clase y me sentí diferente; por diferente me refiero a que ya sentía que el curso (por medio de los maestros) ya había dejado su “huella” en mí. Me di cuenta de que sí, tengo un nivel digamos aceptable, pero que hay aspectos en los que estoy totalmente verde, empezando por: Improvisación. ¡Oh mi Dios! ¡Qué cosa fue tener que improvisar por primera vez! No tenía ni idea de qué hacer. Únicamente pasaban por mi mente los tres acordes que me había indicado Nando. Después de que nos informaron de la presentación de cierre que será (para el momento en que este documento haya sido terminado, obviamente algunos verbos deberán ser conjugados en pasado) el sábado (último día del curso) el profesor ya tenía un número preparado, incluso sin conocernos a nosotros los alumnos-músicos, así como desconociendo también nuestras habilidades en nuestros instrumentos. Fue asombroso ver cómo en cinco minutos de clase ya teníamos el primer tema en bastante avanzado progreso, faltándonos solamente, tal vez, orden pulir detalles.